Cecaelia. Imagen de Mariia Loniuk

La cecaelia es un ser marino cuya parte superior es similar a la de un humano, generalmente una mujer, y la inferior a la de un pulpo.

Son también llamadas “pulposirenas” u “octosirenas” haciendo referencia a su parecido con las sirenas y los tritones, con los que comparten hábitat y algunas costumbres, aunque se trate de especies totalmente distintas.

Las brujas del mar

Es habitual confundir a las cecaelias con las brujas del mar ya que estas últimas también tienen el aspecto de una mujer pulpo. Sin embargo, son numerosas las diferencias que existen entre ambas, empezando por el aspecto externo.

La parte superior de las brujas del mar es, precisamente, la de una bruja con pelo enmarañado y cara diabólica. Son crueles y caprichosas y no dudan en hacer alarde de este carácter cuando se encuentran con pescadores o con otros animales marinos.

Habitan en cualquier zona con agua: mares, ríos o incluso lagos, mientras que las cecaelias prefieren las aguas saladas de los mares.

Otro punto que las diferencia es el número de patas y el tamaño de su cuerpo: las cecaelias presentan 8 patas y su longitud es muy similar al de un ser humano alto, sin embargo, las brujas del mar sólo tienen 6 patas y pueden llegar a ser gigantescas, tanto, que suelen ser confundidas con un kraken desde la distancia. Usan sus enormes tentáculos para escorar barcos o dejarlos a la deriva por simple diversión.

Bruja del mar. Imagen de Guillem H. PongiluppiBruja del mar. Imagen de Guillem H. Pongiluppi

Estas horribles brujas controlan dos elementos: el agua y el aire, por lo que son capaces de provocar tormentas, generar vendavales e influir en las mareas. Algunos marineros, conocedores de estas habilidades, llegan a pactos con las brujas para conseguir que su navegación sea tranquila y no se vea afectada por la meteorología, a cambio, ellas consiguen aumentar sus riquezas y tesoros.

La cecaelia

Las cecaelias suelen tener el torso, los brazos y el rostro de una hermosa mujer rubia o de cabello plateado. En lugar de piernas poseen 8 poderosos tentáculos cuyo color puede variar del rosa al morado. Gracias a ellos consiguen una enorme fuerza y agilidad, sobre todo cuando bucean y nadan.

Los tentáculos de una cecaelia son en sí mismos un órgano sensorial. Si los extiende y los coloca en modo “escucha” consigue detectar vibraciones y movimientos incluso a varios cientos de metros. De esta forma puede tener un mapa mental de todo lo que acontece a su alrededor: animales cercanos y lejanos, tamaño y velocidad de los mismos e, incluso, hacia dónde se dirigen.

Una cecaelia es un ser amable y tranquilo que rara vez entra en conflicto por propia voluntad, sin embargo, si se ve perseguida o amenazada puede expulsar una nube de tinta negra que facilite su huida.

Esta nube puede alcanzar hasta 20 metros y durar más de un minuto. En ese tiempo el agua se torna viscosa y densa y no hay posibilidad de ver nada, aunque se tenga una visión especial para la oscuridad. Las cecaelias se mueven con tanto sigilo que es difícil verlas venir y, mucho menos, verlas escapar cuando expulsan el chorro de tinta.

La sociedad de las cecaelias

Son seres amistosos pero solitarios, por lo que no suelen encontrarse en grandes grupos. Lo habitual es que se muevan solas o en pareja y, más rara vez, en familias de 3 o 4 miembros.

Viven unos 60 años y prefieren hacerlo en lugares agradables y delicados, como los arrecifes de coral y, a ser posible, en aguas cálidas. Para ello eligen zonas costeras donde, además, pueden sociabilizar con los humanos.

Es habitual que las cecaelias disfruten de algunas temporadas fuera del mar, puesto que no necesitan estar sumergidas constantemente para sobrevivir. Cuando quieren pasar desapercibidas entre los humanos usan largos vestidos que cubren por completo sus tentáculos aunque, en ocasiones, pueden quedar en evidencia ya que sus movimientos en tierra se vuelven más torpes y pesados.

Cecaelia. Imagen de Schin LoongCecaelia. Imagen de Schin Loong

Una cecaelia siempre intentará intercambiar con los humanos objetos de valor; ellas suelen aportar joyas de perlas y coral, mientras que reciben objetos brillantes imposibles de conseguir en el mar, como el cristal y los metales pulidos.

Son seres nómadas y raramente permanecen más de un año en el mismo lugar. Para transportar sus posesiones domestican animales marinos, sobre todo a las rayas, con las que suelen viajar a través de los océanos.

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